domingo, 30 de marzo de 2008

Otra crónica de domingo

Volvió, el domingo anochecido me llama a festejar los años bien vividos, recordándolos de una manera muy peculiar.
En pocos minutos me invita a la reflexión, entonces planeo, me concentro y un icono mental me busca y me encuentra.
Entonces… no me conecto, el viento me da frío y el piso de cerámica lo desafía, mis manos también están frías.
Veo las mangas de mi sweter desbordando del puño, en diagonal un lápiz de dibujo negro conduce mi mano.
Los ocho pisos son altos, la luz que ilumina el cuaderno es tenue y las rejas blancas, pero ahora es muy de noche.
Cuando comenté adentro que me iba al balcón, no pensaba las cosas tan lento como a 300 km por hora, me contradigo.
Me ahuyentó el frío, traspase el ventanal y me encerré en mi cuarto, puse mi CD preferido, me desconcentro.
Ella me esta contando la historia sin fin, surge lo fantástico, me inspiro.
Entonces, expiro y recuerdo los minutos en el balcón, se acabó el texto.

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